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lunes, 6 de junio de 2016

domingo, 20 de marzo de 2016

sábado, 25 de julio de 2015

El Síndrome de Solomón





" En 1951, el reconocido psicólogo estadounidense Solomon Asch fue a un instituto para realizar una prueba de visión. Al menos eso es lo que les dijo a los 123 jóvenes voluntarios que participaron –sin saberlo– en un experimento sobre la conducta humana en un entorno social. El experimento era muy simple. En una clase de un colegio se juntó a un grupo de siete alumnos, los cuales estaban de acuerdos con Asch. Mientras, un octavo estudiante entraba en la sala creyendo que el resto de sus compañeros participaban en la misma prueba de visión que él.
Haciéndose pasar por oculista, Asch les mostraba tres líneas verticales de diferentes longitudes, dibujadas junto a una cuarta línea. De izquierda a derecha, la primera y la cuarta medían exactamente lo mismo. Entonces Asch les pedía que dijesen en voz alta cuál de entre las tres líneas verticales era igual a la otra dibujada justo al lado. Y lo organizaba de tal manera que el alumno que hacía de cobaya del experimento siempre respondiera en último lugar, habiendo escuchado la opinión del resto de compañeros.
La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría” (Solomon Asch)
La respuesta era tan obvia y sencilla que apenas había lugar para el error. Sin embargo, los siete estudiantes compinchados con Asch respondían uno a uno la misma respuesta incorrecta. Para disimular un poco, se ponían de acuerdo para que uno o dos dieran otra contestación, también errónea. Este ejercicio se repitió 18 veces por cada uno de los 123 voluntarios que participaron en el experimento. A todos ellos se les hizo comparar las mismas cuatro líneas verticales, puestas en distinto orden.
Cabe señalar que solo un 25% de los participantes mantuvo su criterio todas las veces que les pre­­guntaron; el resto se dejó influir y arrastrar al menos en una ocasión por la visión de los demás. Tanto es así, que los alumnos cobayas respondieron incorrectamente más de un tercio de las veces para no ir en contra de la mayoría. Una vez finalizado el experimento, los 123 alumnos voluntarios reconocieron que “distinguían perfectamente qué línea era la correcta, pero que no lo habían dicho en voz alta por miedo a equivocarse, al ridículo o a ser el elemento discordante del grupo”.
A día de hoy, este estudio sigue fascinando a las nuevas generaciones de investigadores de la conducta humana. La conclusión es unánime: estamos mucho más condicionados de lo que creemos. Para muchos, la presión de la sociedad sigue siendo un obstáculo insalvable. El propio Asch se sorprendió al ver lo mucho que se equivocaba al afirmar que los seres humanos somos libres para decidir nuestro propio camino en la vida.
Más allá de este famoso experimento, en la jerga del desarrollo personal se dice que padecemos el síndrome de Solomon cuando tomamos decisiones o adoptamos comportamientos para evitar sobresalir, destacar o brillar en un grupo social determinado. Y también cuando nos boicoteamos para no salir del camino trillado por el que transita la mayoría. De forma inconsciente, muchos tememos llamar la atención en exceso –e incluso triunfar– por miedo a que nuestras virtudes y nuestros logros ofendan a los demás. Esta es la razón por la que en general sentimos un pánico atroz a hablar en público. No en vano, por unos instantes nos convertimos en el centro de atención. Y al exponernos abiertamente, quedamos a merced de lo que la gente pueda pensar de nosotros, dejándonos en una posición de vulnerabilidad.
El síndrome de Solomon pone de manifiesto el lado oscuro de nuestra condición humana. Por una parte, revela nuestra falta de autoestima y de confianza en nosotros mismos, creyendo que nuestro valor como personas depende de lo mucho o lo poco que la gente nos valore. Y por otra, constata una verdad incómoda: que seguimos formando parte de una sociedad en la que se tiende a condenar el talento y el éxito ajenos. Aunque nadie hable de ello, en un plano más profundo está mal visto que nos vayan bien las cosas. Y más ahora, en plena crisis económica, con la precaria situación que padecen millones de ciudadanos.
Detrás de este tipo de conductas se esconde un virus tan escurridizo como letal, que no solo nos enferma, sino que paraliza el progreso de la sociedad: la envidia. La Real Academia Española define esta emoción como “deseo de algo que no se posee”, lo que provoca “tristeza o desdicha al observar el bien ajeno”. La envidia surge cuando nos comparamos con otra persona y concluimos que tiene algo que nosotros anhelamos. Es decir, que nos lleva a poner el foco en nuestras carencias, las cuales se acentúan en la medida en que pensamos en ellas. Así es como se crea el complejo de inferioridad; de pronto sentimos que somos menos porque otros tienen más.
“Ladran, luego cabalgamos”
(dicho popular)
Bajo el embrujo de la envidia somos incapaces de alegrarnos de las alegrías ajenas. De forma casi inevitable, estas actúan como un espejo donde solemos ver reflejadas nuestras propias frustraciones. Sin embargo, reconocer nuestro complejo de inferioridad es tan doloroso, que necesitamos canalizar nuestra insatisfacción juzgando a la persona que ha conseguido eso que envidiamos. Solo hace falta un poco de imaginación para encontrar motivos para criticar a alguien.
El primer paso para superar el complejo de Solomon consiste en comprender la futilidad de perturbarnos por lo que opine la gente de nosotros. Si lo pensamos detenidamente, tememos destacar por miedo a lo que ciertas personas –movidas por la desazón que les genera su complejo de inferioridad– puedan decir de nosotros para compensar sus carencias y sentirse mejor consigo mismas.
¿Y qué hay de la envidia? ¿Cómo se trasciende? Muy simple: dejando de demonizar el éxito ajeno para comenzar a admirar y aprender de las cualidades y las fortalezas que han permitido a otros alcanzar sus sueños. Si bien lo que codiciamos nos destruye, lo que admiramos nos construye. Esencialmente porque aquello que admiramos en los demás empezamos a cultivarlo en nuestro interior. Por ello, la envidia es un maestro que nos revela los dones y talentos innatos que todavía tenemos por desarrollar. En vez de luchar contra lo externo, utilicémosla para construirnos por dentro. Y en el momento en que superemos colectivamente el complejo de Solomon, posibilitaremos que cada uno aporte –de forma individual– lo mejor de sí mismo a la sociedad.

Formamos parte de una sociedad que tiende a condenar el talento y el éxito ajenos La envidia paraliza el progreso por el miedo que genera no encajar con la opinión de la mayoría.
Uno de los mayores temores del ser humano es diferenciarse del resto y no ser aceptado.

Fuente: elpais.com

miércoles, 15 de abril de 2015

Profesores a prisión por alterar calificaciones.


Cuando la fama de nuestra profesión, cuando se cuestiona los valores de la sociedad, la corrupción de la institución educativa y de este caso como muchos otros que salpican la profesión docente de manera negativa,  entristece sobremanera, pero sabemos que somos más los que hacemos las cosas responsablemente. 

Este caso dio como sentencia hasta 20 años de cárcel a los profesores que subieron las notas a sus alumnos en EE.UU.

Nueve ex profesores y funcionarios de Atlanta (Georgia) fueron condenados a hasta 20 años de prisión por falsificar los resultados de los exámenes de sus alumnos para recaudar bonos e incentivos, en uno de los mayores escándalos de educación de EE.UU.


El juez del caso, Jerry Baxter, describió el esquema como "la cosa más repugnante" que había pasado en esa ciudad del estado de Georgia.

"Hubo miles de niños perjudicados por esto", lamentó Baxter y, aludiendo al origen humilde de muchos de los alumnos, señaló que la educación era la única oportunidad que tenían.

Tres de los condenados fueron sentenciados a 20 años de prisión, una pena mucho más dura de lo que pedía el estado.

Otros cuatro fueron condenados a 5 años de cárcel, mientras que dos deberán cumplir arresto domiciliario y fines de semana en la cárcel y a otros se les pidió que devolvieran las pagas extra que habían recibido por los resultados falsificados.
44 colegios implicados

A principios de mes, un jurado había declarado a todos ellos culpables de borrar las respuestas incorrectas o ayudar a los alumnos para que acertasen en los exámenes de 2009.

Los investigadores reunieron pruebas de que esas prácticas se habían encubierto en 44 colegios y que había casi 180 funcionarios implicados.

La investigación impulsada por el estado de Georgia conmocionó a la ciudad cuando se descubrió que las autoridades de los colegios públicos de Atlanta habían animado a los profesores a cambiar las respuestas de los estudiantes para demostrar el progreso educativo.

El escándalo de educación fue revelado por un periódico local que demostró que algunos de los resultados eran muy poco probables estadísticamente.

El incentivo de los profesores y funcionarios eran aparentemente las pagas extra que les dan a profesores y colegios en función a los buenos resultados de sus alumnos.

Con la artificial mejora de los resultados, consiguieron recaudar bonos e incentivos y a algunos les sirvió para mantener sus puestos de trabajo.


¿Alguna vez supiste de docentes que cambien o modifiquen calificaciones?

jueves, 18 de diciembre de 2014

Reflexión docente: Los leñadores



RECIENTEMENTE TUVO LUGAR el “Campeonato Mundial de Leñadores” que se celebra todos los años en Canadá. ¿Los finalistas? Un Canadiense y un Noruego llamados Peter y Johann respectivamente.

Su tarea era muy sencilla. A cada uno de ellos se le adjudicó un sector del bosque. Aquel que talara más árboles entre las 8 de la mañana y las 4 de la tarde, sería el ganador.

A las 8 en punto sonó el silbato y los dos leñadores se pusieron manos a la obra con destreza. Iban talando intercambiando golpe tras golpe hasta que a las nueve menos diez el Canadiense oyó que el Noruego se detenía… Advirtiendo su oportunidad, ¡el Canadiense redobló sus esfuerzos!

A las 9, el Canadiense oyó que el noruego comenzaba a talar otra vez. Una vez más parecía que iban talando intercambiando golpe tras golpe, ¡hasta que a las diez menos diez el Canadiense oyó que el Noruego se detenía! El Canadiense perseveró, decidido a sacar el mayor partido posible de la debilidad de su adversario.

A las 10 en punto, el Noruego comenzó a talar de nuevo. Hasta que a las once menos diez hizo una nueva pausa. La confianza del Canadiense iba en AUMENTO — podía “oler” la victoria y prosiguió con su ritmo regular y constante.

Y así sucesivamente a lo largo de todo el día. Cada hora a menos diez, el Noruego paraba y el Canadiense seguía talando. Cuando sonó el silbato a las 4 de la tarde señalando el final de la competencia, ¡el Canadiense estaba absolutamente convencido de que el premio era suyo! Te podrás imaginar cuál sería su sorpresa al descubrir que había perdido…

“¿Cómo lo hiciste?” le preguntó al Noruego. “Cada hora a menos diez oía que te parabas. ¿Cómo demonios pudiste cortar más árboles que yo? ¡No es posible!”

“Pues realmente es muy sencillo,” respondió el Noruego con franqueza. “Cada hora a menos diez, paraba. Y mientras tú seguías talando, yo me dedicaba a afilar el hacha…”

Enseñanza: ¿hace cuanto tiempo que no paras de trabajar para afilar tu hacha?. ¿Hace cuanto tiempo que no refuerzas tus conocimientos educativos  para mejorar tu gestión docente?. ¿Hace cuanto tiempo que no haces algo distinto en tu colegio o escuela  como planificar todo de nuevo y dejar de usar viejos borradores, viejas técnicas y te renuevas?

miércoles, 2 de julio de 2014

CARTA DEL ESPOSO DE UNA DOCENTE A LOS Sres. PADRES:

CARTA DEL ESPOSO DE UNA DOCENTE A LOS Sres. PADRES:



Señores Padres: No soy docente, pero convivo con una, lo cual por un lado me permite saber en qué consiste su trabajo, y por el otro me da la ventaja de no tener compromisos con los padres de los alumnos, por lo cual voy a decirles lo que pienso, como es mi costumbre.

Si usted es de esos padres en vías de extinción que se preocupan por la educación de sus hijos, entonces no lea el siguiente texto ya que no es para usted.En cambio si es de esa nueva generación de padres "modernos y copados" que creen que la escuela es un depósito de chicos para que no molesten cuando usted chatea en facebook, mira fútbol y novelas, o simplemente duerme la siesta, entonces hágame el favor de leer estas definiciones que seguramente le aclararán el panorama:- Los docentes enseñan lengua, pero enseñarle a su hijo a no vagar por la calle a los gritos faltando el respeto a quienes lo oyen le corresponde a usted.- 

Los docentes enseñan anatomía, pero enseñarle a no embarazarse a los 13 años le corresponde a usted.- 

Los docentes enseñan biología, pero enseñarle a no matar por diversión le corresponde a usted.- Los docentes enseñan informática, pero enseñarle a no pasarse 10 horas por día en las redes sociales le corresponde a usted.- 

Los docentes enseñan dibujo y pintura, pero enseñarle a no escribir paredes y rayar autos le corresponde a usted.- 

Los docentes enseñan contabilidad, pero enseñarle a no gastar la plata en alcohol, tabaco y drogas le corresponde a usted.- Los docentes enseñan geografía, pero enseñarle a no estar el día entero fuera de su casa le corresponde a usted.- 

Los docentes enseñan ética, pero enseñarle a respetar a los mayores y no burlarse de las personas con discapacidades le corresponde a usted.- 

Los docentes enseñan gimnasia, pero enseñarle a no correr huyendo de sus actos irresponsables le corresponde a usted.- 

Los docentes enseñan historia, pero enseñarle a forjarse una propia limpia de manchas le corresponde a usted.- 

Los docentes enseñan matemáticas, pero enseñarle a no SUMAR errores, a no RESTAR esfuerzos, a no MULTIPLICARSE antes de tiempo, y a no DIVIDIR familias, eso le corresponde a usted.


Las sociedades funcionan cuando todos hacen su aporte. Los docentes, aunque mal pagos, hacen su trabajo con vocación.Usted señor padre....... ¿está haciendo el suyo?


Podes compartirlo por Favor !!!

martes, 7 de enero de 2014

Sir Ken Robinson: el maestro de la creatividad.


“Tengo el firme convencimiento de que la mayoría de los adultos no sabe cuáles son sus talentos ni sus habilidades innatas. Y esto nos ocurre porque el talento suele estar marginado, no nos hemos preocupado por él”. De esta manera iniciaba Sir Ken Robinson su intervención durante la primera jornada de ÁGORA TALENTIA, el I Foro Mundial Sobre el Talento, que se celebró en Pamplona durante los días 11 y 12 de febrero y que organizó el Gobierno de Navarra, a través de la Agencia Navarra de Innovación, y por la Fundación Navarra para la Diversificación.
Robinson, nombrado en 2003 caballero por la Reina de Inglaterra por sus servicios al Arte, y considerado un experto en el desarrollo de la creatividad, innovación y recursos humanos, afirmó rotundamente que “es falso que el talento se tiene o no se tiene, que se desarrolla en pocos ámbitos y que sólo está presente en algunas personas. Yo creo que todos lo tenemos, pero tan sólo nos falta cultivarlo. En el momento que lo hagamos repercutirá en el desarrollo de nuestra sociedad”. ¿Y cómo descubrimos ese talento? Para Robinson es fundamental “pensar diferente y cuestionar lo que se supone que normal. Y es clave que estos dos aspectos se fomenten en la educación, puesto que a través de ella, que nos ayuda a encontrar una forma de pensar, hallaremos valor. No puede ser que, por ejemplo, el estado de California vaya a invertir este año más en seguridad en prisiones que en educación superior. Hay que actuar en la base para así establecer unas condiciones que favorezcan el talento. Aún así, éste puede descubrirse en edad adulta”.
Un ingrediente primordial para fomentar el talento es “el aliento de un tercero. Necesitamos que alguien nos ayude y nos guíe hacía su desarrollo y ejecución. Confío mucho en los profesores como ‘descubridores’ de capacidades en los alumnos. No pueden ocurrir casos como el de Elvis Presley, a quien le denegaron su participación el coro del colegio porque su voz desentonaba”.
Como conclusión, Robinson, que acaba de presentar su libro El elemento, propone que para “que la economía renazca necesitamos que los niños piensen de manera creativa a la vez que entiendan los valores culturales. El modelo de linealidad en el que vivimos está caduco”, sentenció.

lunes, 6 de agosto de 2012

¿Quién educa?






Que complicada pregunta... o que complicada respuesta.
"Hace unos dias llevé a una de mis hijas a su escuela, noté y sin animo de criticar solo es observar una escena, los niños y niñas entraban y no saludaban...la maestra tampoco, mi hija como le indico siempre saludó,  la maestra le correspondio con una sonrisa, a la salida mi hija me cuestinó y me dijo que si me dí cuenta que su maestra no atendió su saludo que solamente le sonrío, no tengo más argumento para eso que decirle se saluda por educación te respondan o no... mi inquisitiva hija me dijo ahh mi maestra no tiene educación.."


¿Quién enseña modales?, como me responderían algunos "para lo que sirven", saludar, decir adios, decir gracias, son palabras, son solo sonidos que se estan perdiendo. Entre otras cosas porque nos lanzamos la responsabilidad entre padres, madres y docentes. La imagen que acompaña mi articulo me dejó pensando un buen rato, eso de no delegue en los maestros lo que usted debe hacer es una frase temeraria, ningun docente ha leido jamas en su programa curricular enseñe a saludar, en Centroamérica hablamos de Ejes Transversales, en Sur America son Valores y construcción ciudadana pero como valores sociales que se orientan a una correcta práctica social de relaciones humanas y no como educación y formación de respeto, prudencia y solidaridad. 

Yo propongo que si en lugar de delegar responsabilidades hacemos cada uno lo que nos corresponde pero bien hecho? no sería eso mejor que acusarnos mutuamente?... Hoy escribo para la reflexión de cada uno de mis amigas y amigos que leen estos temas que a todos nos dejan pensando soy culpable o culpabilizo a los demas de aquello en lo que no deseo involucrarme. Por una sociedad latinoamericana mejor que la que tenemos, hagamos nuestro rol como debe ser. 


www.cyonar.com.ar