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miércoles, 3 de junio de 2015

EL HACHERO ESFORZADO



—No sé que pasa, gordo. En la “facu” no me va como a mí me gustaría.
—¿Qué quiere decir eso?
—Que mi rendimiento va bajando “sin prisa pero sin pausa”, desde que empezó el año. Mis calificaciones son todos sietes y ochos, quizás algún nueve. Pero en los últimos exámenes, no puedo pasar de un seis. No sé, no rindo, no me puedo concentrar, no tengo ganas.
—Bueno, Demi, también tienes que tener en cuenta que estamos sobre fin de año, quizás necesites un descanso.
—Yo pienso tomarme el descanso, pero todavía faltan dos meses para fin de año, y antes de eso es imposible. No puedo parar para tomarme vacaciones.
—A veces me parece que la civilización ha conseguido volvernos locos a todos. Dormimos de 12 a 8, almorzamos entre las 12 y la 1, cenamos entre las 9 y las 10... En realidad, nuestras actividades las decide elreloj. No nuestras ganas. A mí me parece que para algunas cosas es imprescindible cierto grado de orden, pero para otras es absolutamente incomprensible obedecer el orden preestablecido.
—Todo lo que quieras, pero ahora yo no puedo parar.
—Pero siguiendo, me dices que tu rendimiento disminuye.
—¡Debe haber otra forma!
Había una vez un hachero que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún; así que el hachero se decidió a hacer buen papel.
El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona.
El hombre entusiasmado salió al bosque a talar.
En un solo día cortó dieciocho árboles.
—Te felicito –dijo el capataz— sigue así..Animado por las palabras del capataz, el hachero se decidió a mejorar su propio desempeño al día siguiente; así que esa noche se acostó bien temprano.
A la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque.
A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.
—Me debo haber cansado –pensó y decidió acostarse con la puesta del sol.
Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad.
Al día siguiente fueron siete, luego cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de voltear su segundo árbol.
Inquieto por el pensamiento del capataz, el hachero se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer.
El capataz le preguntó:
—¿Cuándo afilaste tu hacha la última vez?
—¿Afilar? No tuve tiempo de afilar, estuve muy ocupado cortando árboles.
—¿De qué sirve, Demián, empezar con un enorme esfuerzo, que pronto se volverá insuficiente? Cuando me esfuerzo, el tiempo de recuperación nunca alcanza para optimizar mi rendimiento.

Descansar, cambiar de temas, hacer otras cosas, es muchas veces una manera de afilar nuestras herramientas.


¿Cuanto tiempo dedicamos a afilar nuestras herramientas?

domingo, 12 de enero de 2014

Historia Reflexiva: ¿Por qué elegir la enseñanza?



Mi familia estaba reunida en para un tranquilo asado de verano cuando surgió la discusión sobre una celebridad que había ganado una excesiva cantidad de dinero. Olvide si era una actor o una deportista. En la sociedad de hoy en día parece no importar. La razón principal para recibir millones de dolares parece estar determinada por cuanto esta dispuesta a pagar la audiencia para observar el logro del artista o deportista.
Entonces, ¿por qué elegir la enseñanza como carrera? Escuchaba la conversación mientras reflexionaba la respuesta a esa pregunta.
Recordaba a mis tres hijos observándome pasar muchas noches y fines de semana planificando mis clases. Cómo escuchaban con atención mis frustraciones respecto a los materiales, los procedimientos y la cantidad de responsabilidad que parecía estar impuesta de manera interminable sobre las espaldas de los maestros. Recordaba con cuanto entusiasmo esperaban escuchar las historias de mis alumnos: las graciosas, aquéllas en las que los niños habían logrado algo con éxito y aquellas en las que compartía mis preocupaciones graves sobre mis alumnos.
Recordaba cuando llego el momento en que cada uno de mis hijos tuve que elegir una profesión. Cómo esperé escuchar si alguno tenia planes de seguir a mamá en la enseñanza. Con tristeza me di cuenta de que ni siquiera era una posibilidad. Su lenguaje corporal parecía decir "¿Por qué elegiría la enseñanza?"
Estaban sirviendo el postre y todos seguían absortos en la discusión sobre el enorme salario de un individuo, cuando sonó el teléfono. Mi esposo me alcanzo el teléfono diciendo: -Están buscando a Bonnie Block-y siguió comiendo su postre favorito.
-Hola, soy Bonnie Block-dije, pensando si debía haber atendido el teléfono en medio de un almuerzo familiar, o no.
-¿Es la misma Bonnie Block que enseñaba en el jardín de infantes?
Empecé a tener una sensación de nervios y por mi mente pasaron a gran velocidad recuerdos de aquel tiempo remoto.
¡Si!-exclamé con un nudo en la garganta. Parecía como si hubiera estado esperando ansiosamente desde siempre lo que la persona del otro lado del teléfono diría a continuación.
-Soy Danielle, Danielle Russ. Estaba en su sala de jardín de infantes.
Lagrimas de sorpresa y alegría resbalaron por mis ruborizadas mejillas.
-Sí- dije con suavidad al tiempo que recordaba a aquella y encantadora y maravillosa niña.
-Bueno, este año me gradúo del secundario y estuve intentando localizarla. Quería que supiera lo importante que fue en mi vida.
Prosiguió dándome detalles de lo importante que fui para ella. Mi influencia no se limito al jardín sino que permaneció como gran fuerza motivadora cuando necesitaba orientación para enfrentar a un reto.
-La imaginaba felicitándome y alentándome todo el tiempo.
¿ Por que elegir la enseñanza?
¡La paga es extraordinaria!

FUENTE: "Chocolate caliente para el Alma de los MAESTROS"