Comparto con ustedes esta hermosa reflexión que nos tocaá a todos y especialmente a los que somos formadores, tenemos la posibilidad de sensibilizar con este breve escrito.
Si supiéramos Historia sabríamos que desde 1870 los europeos y el resto del mundo llamado desarrollado hemos estado explotando África. Stanley, Livingstone, Bremen…fueron expedicionarios que nos abrieron los ojos. Nos descubrieron el Dorado. Luego potencias coloniales como Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Alemania, Portugal, Italia o España … hicieron y deshacieron entre ellos.
Si supiéramos Historia sabríamos que la Conferencia de Berlín, en 1885, supuso el reparto de una gran y rica tarta llamada África que era devorada por unos invitados que nunca fueron llamados. Luego llegarían las falsas independencias de esos territorios africanos, las fronteras artificiales, las guerras tribales, el neocolonialismo, el coltán, los diamantes, gobiernos corruptos, Ruanda, el Congo… guerra, pobreza, sangre y muerte…
Desde hace 150 años el continente más rico en recursos y materias primas ha sido masacrado por las necesidades del primer mundo. Por nuestras necesidades. Nos hacian falta y no hemos tenido reparos. No hemos sido silenciosos, ni sensibles, ni por supuesto solidarios. Los países del primer mundo tenemos un ritmo de vida que, por favor, no podemos parar.
Por ello, si aprendiéramos Historia seríamos mucho más empáticos, porque no cabría otra que ponerse en el lugar del otro, aquel que ha sufrido tanto para que otros vivieran como si fuéramos los dueños del mundo.
Si aprendiéramos Historia seríamos más solidarios, porque reconoceríamos que no es justo coger lo que no es nuestro y tendríamos que devolver con creces lo que antes y ahora seguimos cogiendo.
Si aprendiéramos Historia seríamos más sensibles ante las necesidades vitales de “estos negros” desesperados que algunos quieren criminalizar.
Si aprendiéramos Historia no harían falta vallas y cuchillas que nos separen.
Si aprendiéramos Historia, posiblemente, seríamos mejores personas.