Hace ya casi cinco años que di mi primera clase en la universidad. Durante este tiempo me he dado cuenta de lo difícil que resulta hacer bien este trabajo. Sin embargo, me gustaría llegar a ser una buena maestra. ¿Cómo podré lograr esto? ¿Cómo se pasa de ser maestro a ser un buen maestro? Más aún, ¿qué es un buen maestro?En una ocasión solicité a mis estudiantes que escribieran un resumen de lo habían aprendido en mi curso de física del estado sólido. Lo que conseguí fueron veinticinco cartas donde mis alumnos hablaban de lo mucho que habían aprendido gracias a mí y de lo buena maestra que yo era.
¡Buen intento!, pero no contaban con que yo he sido asidua lectora de Eric Berne.
Eric Berne fue un psiquiatra reconocido que desarrolló un método llamado análisis transaccional. En uno de sus libros asegura que "un buen actor es aquel que trata de convencernos de que es Julio César, no aquél que trata de convencernos de que es un buen actor". Del mismo modo sostiene, "el trabajo de un psiquiatra es lograr que sus pacientes mejoren, no lograr convencerlos de que es un buen psiquiatra".
Siguiendo esta lógica irrebatible... no pude dejarme engañar. Si fuera cierto que soy una buena maestra, los veinticinco documentos habrían hablado de las propiedades rectificadoras del diodo, de las propiedades amplificadoras del transistor... hubieran hablado de física del estado sólido, ¡no de mí!
¿Aprenden sus alumnos?
Debería quedar claro que un buen maestro no es aquel que consigue que sus alumnos digan que es un buen maestro. Un buen maestro es aquel que consigue que sus alumnos aprendan. El trabajo que se le encomienda al maestro consiste en transmitir sus conocimientos a otras personas, no en hacerse buena propaganda.
Ahora bien, ya que está claro el objetivo ¿cómo lograrlo? La respuesta debería ser obvia: una persona sin conocimientos no puede transmitirlos. Por eso el maestro debe saber. ¿Cuánto debe saber? El maestro debe saber más que el estudiante. Para que los electrones fluyan por un alambre debe haber una diferencia de potencial entre sus extremos. Para que el calor fluya en una cierta dirección debe existir un gradiente de temperatura. ¡Para que los conocimientos pasen de una mente a otra, una de las mentes debe estar mucho más llena que la otra!
Existe una frase que dice que tanto educa el maestro al alumno, como educa el alumno al maestro. Yo creo que es verdad que en muchas ocasiones el alumno educa al maestro. Es importante reconocer que esto sucede: es algo bueno, positivo y sano. Sin embargo, ¿acaso los portadores de corriente se mueven todos en fila de la región de mayor potencial a la de menor potencial? ¡No! En realidad no hay tal fila y, superpuesto al movimiento de arrastre de los portadores, hay un cierto movimiento aleatorio, causado por la temperatura. Esto es, no es extraño que algunos portadores vayan en sentido contrario. Pero esto no nos preocupa porque lo importante es la corriente neta.
Por eso, aunque sea cierto que los alumnos educan al maestro, el trabajo de un maestro no es ser educado sino educar. ¿Qué diríamos de un maestro que transmite la misma cantidad de conocimientos que recibe a cambio? ¡Obviamente no está cumpliendo con su trabajo! La dirección del flujo neto de conocimientos debe ser saliendo del maestro y entrando al alumno.
Obligación del maestro, prepararse mejor
Es verdad que aunque el maestro tenga los conocimientos requeridos para impartir la materia que le fue asignada, esto no siempre es suficiente para que estos se transfieran a la cabeza del alumno. Así como los alambres tienen resistencia, la trayectoria maestro-alumno también tiene la suya. A veces un excelente maestro no sabe darse a entender. A veces, los mejores alumnos, no captan lo que el maestro trata de decirles.
Si la ruptura del flujo de conocimientos está en el maestro, esto es un problema de didáctica. Si el obstáculo está en el alumno, es asunto de técnicas de aprendizaje. Si el problema no es de ninguno de los dos, tal vez podríamos encontrarlo en las condiciones de la escuela, en el ambiente de trabajo, en los recursos de que la institución dispone para la enseñanza, etc.
Todo esto es muy importante pero... debe quedar claro que va en segundo lugar. La primera obligación del maestro es prepararse cada vez mejor en la materia que va a impartir. Aún un alambre superconductor no experimentará jamás un flujo de corriente si no hay una diferencia de potencial aplicada a sus extremos. Ninguna didáctica, técnica de estudio, material didáctico, retroproyector o enfoque humanista pueden ayudar al maestro Ciruela. Sí, me refiero al maestro Ciruela... ese que no sabía leer... pero puso escuela.