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lunes, 13 de julio de 2015

Cuento: La selva ( con guía pedagógica)

Este cuento debe ser entregado a los participantes de la jornada.
Solicite que lo lea uno de los participantes y el resto sigue la lectura en silencio. 
Cuando, hayan leído: Inicie con estas preguntas y permita la participación libre y voluntaria.
Escriba las ideas centrales de los participantes en una pizarra o papelón, dando énfasis a los valores que menciones. 
Estas son las interrogantes a plantear: 
¿Por qué crees que el rey era poderoso? 
¿Por qué el rey no quiso ayudar a los peces? 
¿Qué ocurrió con el problema de los peces? 
¿Cómo crees que se sentían los peces? 
¿Qué ocurrió cuando el hijo del rey cayó al río? 
¿Qué hicieron los peces? 
¿Cómo se sintió el rey león? 
Piensa en alguna ocasión en la que hayas pensado que los problemas de otro eran una estupidez ¿Intentaste ayudar? 
¿Cómo crees que se sintió? 
¿Qué crees que podías haber hecho?

Retomen las palabras e ideas generales escritas en la pizarra y concluya con una reflexión  donde destaque la empatia y la resiliencia. 
Pregunte como se sintieron al leer este cuento. 



Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo reinaba en la selva el poderoso, noble y valiente león. El rey león era respetado por todos, pues todos los animales le temían. Solía pasearse rugiendo y haciendo que todos a su paso le mirasen con grandes ojos abiertos, asustados de su poder. Muchos le pedían ayuda y consejo, puesto que el rey de la selva, era el que gobernaba todo el territorio y era, por tanto, el encargado de que todo funcionara correctamente. El rey león, además de un buen rey, era también algo arrogante y engreído, puesto que al ver que todos le temían se sentía poderoso, lo que le hacía creer mejor que nadie, lo que le hacía creer indestructible e intocable. Un día el rey fue alertado de un problema en el río. Al acercarse, se encontró con un grupo de pececitos, el portavoz de todos ellos, un pez de colores llamado Burbujito, se dirigió al rey león y le dijo: -Majestad, es un honor contar con su presencia. Le hemos hecho venir para que nos ayude con un asunto que desde hace tiempo nos viene preocupando. Allí en el otro lado del río, hay algunas hierbas que crecen desmesuradamente y no nos dejan nadar por aquellas aguas. Nosotros no podemos cortar las hierbas, ni controlar su crecimiento, necesitamos que alguien nos ayude y corte esas plantas, que controle su crecimiento para que no invadan nuestro río. El rey león, pensó que aquello era una estupidez, hacerle ir a él, el poderoso rey de toda la selva porque unos peces están molestos por el crecimiento de unas plantas, le pareció una desfachatez, ya que él no podía perder su tiempo en asuntos triviales, sin importancia. Algo enfadado, como estaba, respondió al pez Burbujito: peces -Como rey me ocupó de asuntos importantes. No veo ningún problema en lo que me comentas, si no podéis nadar por ese lado del río podéis nadar por el otro. El rey león, muy digno, se fue de allí después de decir esto y dejó a los peces con las hierbas invadiendo su río. Pasaron varios días y las hierbas cada vez ocupaban mas parte del río. Los peces ya solo tenían un pequeño espacio por el que podían nadar libremente. Pero al rey león esto no parecía importarle demasiado. Una tarde correteaba jugando cerca de la orilla del río, el pequeño leoncito, el hijo del rey león, con tanta mala suerte que tropezó y cayó al agua. Fue a caer en la orilla que estaba invadida por las hierbas, quedando enredado entre ellas, sin poder escapar. 



El rey león corrió desesperado y llamó a los peces. -Ayudadme, por favor. Tenéis que nadar debajo de las hierbas y ayudar a mi hijo a desengancharse. El pez Burbujito y los demás peces, sin pensarlo se introdujeron, con dificultad entre las hierbas y consiguieron liberar al leoncito. El rey león entonces comprendió que los problemas de uno son los problemas de todos. Y que todos los problemas son importantes, aun siendo el más poderoso no podía ayudar a su hijo. Solo los pequeños pececitos fueron capaces de ayudar al león. A la mañana siguiente el rey león, se dispuso el mismo, con sus manos a cortar las hierbas y controlar su crecimiento para permitir que los peces y cualquier otro ser, pudieran nadar libremente por el rió. 






martes, 7 de enero de 2014

Sir Ken Robinson: el maestro de la creatividad.


“Tengo el firme convencimiento de que la mayoría de los adultos no sabe cuáles son sus talentos ni sus habilidades innatas. Y esto nos ocurre porque el talento suele estar marginado, no nos hemos preocupado por él”. De esta manera iniciaba Sir Ken Robinson su intervención durante la primera jornada de ÁGORA TALENTIA, el I Foro Mundial Sobre el Talento, que se celebró en Pamplona durante los días 11 y 12 de febrero y que organizó el Gobierno de Navarra, a través de la Agencia Navarra de Innovación, y por la Fundación Navarra para la Diversificación.
Robinson, nombrado en 2003 caballero por la Reina de Inglaterra por sus servicios al Arte, y considerado un experto en el desarrollo de la creatividad, innovación y recursos humanos, afirmó rotundamente que “es falso que el talento se tiene o no se tiene, que se desarrolla en pocos ámbitos y que sólo está presente en algunas personas. Yo creo que todos lo tenemos, pero tan sólo nos falta cultivarlo. En el momento que lo hagamos repercutirá en el desarrollo de nuestra sociedad”. ¿Y cómo descubrimos ese talento? Para Robinson es fundamental “pensar diferente y cuestionar lo que se supone que normal. Y es clave que estos dos aspectos se fomenten en la educación, puesto que a través de ella, que nos ayuda a encontrar una forma de pensar, hallaremos valor. No puede ser que, por ejemplo, el estado de California vaya a invertir este año más en seguridad en prisiones que en educación superior. Hay que actuar en la base para así establecer unas condiciones que favorezcan el talento. Aún así, éste puede descubrirse en edad adulta”.
Un ingrediente primordial para fomentar el talento es “el aliento de un tercero. Necesitamos que alguien nos ayude y nos guíe hacía su desarrollo y ejecución. Confío mucho en los profesores como ‘descubridores’ de capacidades en los alumnos. No pueden ocurrir casos como el de Elvis Presley, a quien le denegaron su participación el coro del colegio porque su voz desentonaba”.
Como conclusión, Robinson, que acaba de presentar su libro El elemento, propone que para “que la economía renazca necesitamos que los niños piensen de manera creativa a la vez que entiendan los valores culturales. El modelo de linealidad en el que vivimos está caduco”, sentenció.